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Espartaco reconquista Huelva

 

Llegó, fue él y se ganó de nuevo a Huelva. Como cada vez que aparece por ésta, su segunda casa. Espartaco, derrochando su generosidad y cercanía habitual, reconquistó a los aficionados prácticos onubenses que le esperaban con suma expectación en la tercera mañana del Curso de Toreo de Salón de cada sábado en La Merced.

 

Era el invitado de excepción, además, para inaugurar una nueva iniciativa: el llamado Aula Manolín Prieto, un punto de encuentro entre profesionales y aficionados con la sola excusa de la conversación taurina. Y la experiencia demostró que nadie mejor que Juan Antonio Ruiz podría haber estrenado este nuevo espacio. Desde que se hizo presente sobre el ruedo del coso onubense, Espartaco no paró de saludar, de atender, de escuchar. Siempre con su eterna sonrisa en el rostro, cómodo y disfrutando viendo esa estampa de una plaza de toros tomada por aficionados pertrechados con sus capotes y muletas para seguir aprendiendo los secretos de su pasión. Pero antes de torear al viento, llegó, dicho queda, la conversación cercana, frente a frente, el homenaje a Manolín Prieto, a quien lo que más le gustaba era, justamente, pasar todas las horas posibles en La Merced y hablar contando tantas anécdotas e historias personales como atesoraba. Habría disfrutado mucho Manolín oyendo a Espartaco…

 

El maestro respondió sencillo y sincero a cada una de las preguntas de los aficionados. Se explayó en cada respuesta y en cada explicación. Y celebró iniciativas como éstas de promoción que desarrolla la Plaza de Toros de Huelva, que “son fundamentales porque nada seríamos los profesionales sin vosotros, los aficionados, que os sentáis en un tendido y le dais sentido a todo. Además, en todo en la vida es básico el conocimiento. Cuando se conoce, se puede elegir: si te gusta algo o si no, pero siempre desde el conocimiento. Y esto es lo que falta hoy en general con el toreo: no se le conoce”, afirmó. Por espacio de cuarenta minutos, el maestro de Espartinas habló de su admiración por Paquirri, con quien convivió y compartió días de entrenamiento en el campo y tardes de rivalidad en la plaza. Reconoció que ningún otro torero le metía tanta presión como Paco Ojeda, “lo suyo no se aprendía ni se enseñaba. Se tenía o no se tenía. Esa capacidad para pararte a los toros en los muslos y en el pecho a partir del tercer muletazo…”. Y recordó la tarde de Sevilla con el toro Facultades que le cambió la vida. Cómo tenía decidido tomar los palos porque nada relevante pasaba en su carrera y las cosas se complicaban. Su participación siendo niño en los espectáculos cómico-taurinos, lo que le sirvió para reivindicar su recuperación: “Hoy está prohibido hasta reírse…”, lamentó. Confesó que torear en Madrid le llenaba de responsabilidad: “No dormía desde quince días antes...”. Y que en sus años en activo, toda su vida giraba en torno al toro. Y lo especial que Huelva fue siempre en su trayectoria: “De niño, me ponía en la carretera de Espartinas para ver pasar los coches de toreros que venían a torear en Colombinas. Y coleccionaba fotos de toreros, muchas de ellas, de El Cordobés. Verme junto a él un día haciendo el paseíllo para que me diera la alternativa fue un sueño increíble. También os reconozco que torear aquí me suponía mucha presión. Me pasaba en las plazas que eran especiales y Huelva siempre lo fue”.

 

 

En señal de agradecimiento por su presencia para inaugurar el Aula Manolín Prieto, la familia del que fuera mozo de espadas y ayuda, regaló a Espartaco el cartel original de la alternativa de su padre, Antonio Ruiz, de la que se cumplen ahora cincuenta años y que tuvo lugar en la antigua Plaza de Toros La Merced. De hecho, la de los Espartaco es la única dinastía completa de la que todos sus miembros se doctoraron en Huelva. Un regalo que sorprendió al maestro sevillano y que puso el momento de mayor emotividad de la mañana abrazado por una sonora ovación.

 

 

A continuación, Juan Antonio Ruiz se convirtió en un profesor más del Curso de Toreo de Salón para Aficionados Prácticos y fue recorriendo y conociendo el trabajo de cada uno de los grupos, interesándose por la evolución de los alumnos, e incluso, tomando los trastos para dejar la huella de su maestría sobre el ruedo de La Merced. Fue el colofón de una mañana ideal, inolvidable para quienes la compartieron, con cientos de personas llenando el ruedo de la Plaza en un ambiente excepcional, el mismo que ya se va haciendo habitual en los sábados de toreo y de ilusiones en el coso de la Vega Larga.

 

 

Fotos ALBERTO DOMÍNGUEZ

@toroslamerced
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