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Inolvidable jornada de tentadero para clausurar el I Curso de Toreo para Aficionados Prácticos

El escenario fue la finca La Dehesilla, donde pastan las reses de José Luis Pereda. Los protagonistas, un buen puñado de aficionados a los toros deseosos de sentirse por un día como sus héroes, los toreros. El motivo, torear, atreverse a superar los límites de lo que se desconoce y a lo que se teme. El resultado, una inolvidable experiencia, una mágica jornada de ilusión alrededor de esa dama embriagadora que se llama Tauromaquia.

 

La salida fue temprana. Desde la capital, un autobus cargado de hatillos con trastos de torear. Desde la provincia, como si fueran afluentes en busca de su río, varias expediciones más de coches particulares con más hatillos y más toreros. Desde La Palma del Condado y desde Beas. Y desde Zalamea la Real también. Y de San Juan del Puerto. Y de Rociana del Condado. Y de Cortegana. De Aracena también. Por más que los partes dijeran lo contrario, el tiempo no podía desdibujar ni apagar tanta ilusión y no llovió. Era el día definitivo, el momento de probar cuánto de verdad se había aprendido en esa decena de clases teóricas que comenzaron siendo cuatro, pero que se multiplicaron con el paso de los días y con el aumento de las ganas por experimentar la más mágica de las magias: la del toreo.

 

Fue cruzar la cancela de la entrada y acelerarse el latido de nuestros toreros por un día. A un lado, las corridas que Pereda guarda celoso para Sevilla y Madrid. Primeras fuertes impresiones de la mañana... Al frente, el cortijo con sus dos torres que tanta personalidad le dan. El saludo al ganadero y su familia. El desayuno cálido y reconstituyente en el patio de la casa después de tanta curva. Las primeras dudas de los que dudaban si se iban a atrever. El momento de decidir que no cabían dudas posibles. La organización entre los profesores y camino de la plaza, a pie, que el campo y como está no merecen menos...

       

Para que la liturgia fuera entera, hubo hasta sorteo del orden de intervención de los alumnos ante las cuatro becerras dispuestas en los corrales. Sorteo como mandan los cánones, que menudos son para los detalles Manolo, Raúl y Juan... Contreras, Corralejo y Cañaveral, tres maestros (que es más que profesores) inmensos que han volcado en la iniciativa mucha más afición, mucho más desvelo y muchas más horas de las que nunca se les pidió. Generosos en grado sumo. Y sabios: ese sorteo les sirvió a nuestros toreros para comprobar después, conforme avanzaba el tentadero y cada vaca iba sirviendo más o menos, el papel tan importante que juega la suerte a las doce de la mañana cuando se deslía la bolita de papel de fumar que pone números al designio. También aquí la suerte se lió en papel de fumar. 

 

Después llegó el momento más esperado por todos. Unos cuarenta, de los casi setenta que este último mes y medio han participado del I Curso de Toreo para Aficionados Prácticos del Aula Joven de la Merced. Y hubo nervios. Y miedo. Y alguna que otra voltereta. Pero también muletazos más que notables. Y mucha decisión. Y los oles y las ovaciones desde la tapia... El toreo en estado puro. Allanando el camino en el empeño de parar y atemperar las embestidas de las vacas, los novilleros sin caballo onubenses David de Miranda, Alejandro Cunquero y Emilio Silvera. Rafael, de nueve años y venido desde La Palma del Condado, y Juan Miguel, rozando ya los setenta y de Huelva, marcaron la horquilla de edades de este cartel cargado de toreros. Unos, con algún bagaje ya. Otros, la mayoría, absolutamente de estreno. Hombres y mujeres. Todos, con las miradas encendidas de toreo, el pulso acelerado y las ganas disparadas de no quitarse nunca de delante. "Ahora que me había quitado los nervios y le estaba cogiendo el tranquillo..." . Torearon todos los que quisieron, aunque todos se quedaron con ganas de más.  
 

Es una gozada ver a tanto joven movido por el toreo, queriendo aprender, con tanta ilusión y respeto como lo han hecho todo. Mi casa siempre estará abierta para iniciativas así porque éste es el camino del futuro del toreo”, aseguraba José Luis Pereda, el anfitrión del sueño, una vez terminado el tentadero y antes de la entrega de diplomas a cada uno de los aficionados prácticos que se han formado como tales en este curso. “Ha sido precioso trabajar con esta gente durante estas semanas. Nos han contagiado una ilusión muy bonita y nos han demostrado que los profesionales tenemos que volcarnos con este tipo de actividades. Estamos encantados”, decía Manolo Contreras. “Ahora hay que seguir adelante, el camino tiene que seguir. Ha sido una experiencia muy gratificante”, señalaba Raúl Corralejo. 

Impulsores y testigos de la jornada, los empresarios de la Plaza de Toros La Merced de Huelva, Carlos Pereda y Santiago Arroyo, quienes desde el principio apostaron por esta iniciativa del Aula Joven. “Termina la primera edición del curso, pero tiene que haber muchas más. Y que surjan más aficionados con ganas de aprender y de formarse. Sólo así tendrán la mayor base de conocimiento posible para juzgar desde un tendido lo que vean que sucede en el ruedo”, indicaban los gestores del coso de Huelva.

Todo se andará. La mecha está encendida. El fuego del toreo arde ya en las entrañas de quienes forman parte de la gran familia que es el Aula Joven de la Merced. Probado queda que merece la pena apostar e intentarlo todo porque hay veces que las cosas salen incluso mucho mejor de lo que se pensaron nunca. Como este I Curso de Toreo para Aficionados Prácticos. Que no termina porque tiene que seguir. Ya veremos cómo... Lo demanda el toreo y lo demandan los aficionados. A ver quién dice ahora que la Tauromaquia está pasada de moda...

(Reportaje fotográfico de Xosé Andrés) 

 

@toroslamerced
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