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Brillante primer tentadero del Curso de Toreo de Salón del Aula Joven

 

 

Era la hora de probar lo aprendido, de ponerlo a prueba, de experimentar todo ese aprendizaje recibido durante seis mañanas de toreo de salón sobre el ruedo de La Merced. Los alumnos del Curso para Aficionados Prácticos organizado por el Aula Joven comparecían en el campo, en la finca La Dehesilla, para sentirse como sus ídolos, los toreros. Aficionados prácticos de todas las edades, llegados de puntos diversos de la provincia, ilusionados y responsabilizados todos ante una experiencia que ya nunca olvidarán.

 

 

 

Tras el saludo, el sorteo del orden en que intervenir ya en la plaza de tientas. Todo ello, perfectamente organizado y coordinado por los profesores del Curso, los banderilleros Manolo Contreras, Raúl Corralejo y Pedro Muriel, y el novillero David de Miranda. En ese sorteo, tal cual ocurre todos los días de toros, va la suerte final. Y así fue. Porque a la primera decena de alumnos le cupo el honor de gozar con una becerra de condición excepcional por noble, fija, pronta y humillada. Uno a uno, serie a serie, fueron saliendo los aficionados prácticos para esbozar su particular concepto y, con ello, comprobar lo muy difícil que es torear. Salieron luego dos vacas más, de comportamiento más incierto y complejo que, claro está, se acrecentaba en manos de la inexperiencia de los alumnos. Todas ellas, las pararon el propio David de Miranda y el también novillero Santiago Sánchez Mejía. Tras la intervención de cada alumno, llegaba la ovación de sus compañeros, amigos y familiares que hoy les acompañaban para compartir una mañana soleada aunque fresquita y, sobre todo, muy especial.

 

Según como les hubiese ido, terminaban todos entre la alegre ilusión de aquellos que tuvieron más ocasión de disfrutar y la candela por dentro de quienes sentían que, al final, no todo fue como habían soñado. No pasa nada: eso también es el toreo y hoy lo han vivido en carne propia. Además, aún les queda una segunda oportunidad el próximo sábado, esta vez, en la finca El Campillo de la ganadería Albarreal, en San Bartolomé de la Torre. Será la clausura de un curso que si algo ha puesto de manifiesto es que la del toreo es una bendita pasión que es patrimonio de todos sus aficionados.

 

 

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Fotos JOSÉ MARÍA PÉREZ MARÍN

 

@toroslamerced
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