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Prieto de la Cal, punto de partida del Aula Joven

El Aula Joven de la Merced inició este sábado un nuevo curso de actividades y lo hizo visitando el campo bravo onubense. Los jóvenes aficionados se impregnaron de toda la historia, de la filosofía preñada de tradición y de la singular presencia del toro de Prieto de la Cal. Una casa que es cofre donde se guarda con celo la esencia del encaste Veragua y donde el ayer, el hoy y el mañana se funden en el cruce de caminos de la vida como en ningún otro lugar.

 

Es bueno empezar siempre por el principio. Eso le da sentido y criterio a las cosas. En este caso, al empeño de aprender, de conocer, de profundizar y de avanzar en la inquietud por ser cada vez mejores aficionados. Y para ello es fundamental el conocimiento del toro bravo: de su origen, de su evolución, de su vida, de su hábitat, de sus misterios, de su gente, de cuanto conforma el universo único de ecología y de cultura que es su crianza. Mucho de ello, todo de ello hay en La Ruiza. Ese lugar de cualquier otro tiempo traído a este tiempo nuestro donde las cosas se siguen haciendo como siempre se hicieron aquí. Por pura convicción. No es una cuestión de ir a contracorriente de nada, simplemente de ser férreamente fiel a los valores que siempre se respiraron en los muros, eucaliptos, alcornoques y encinas y en la tierra añeja de Prieto de la Cal. Un universo único donde todo sabe a único por exclusivo y singular.

 

Si el año pasado el comienzo de las actividades del Aula Joven de la Merced fue en Concha y Sierra antes de que las reses y el hierro de tan legendaria ganadería se marchasen a Francia, éste tenía que ser a mitad de camino entre San Juan del Puerto y Niebla. Al arrullo del río Tinto y el abrazo del arroyo Candón. En La Ruiza, en los dominios de la familia Prieto de la Cal. Orgulloso estará don Tomás de ver su legado en manos tan firmes y seguras como las de su hijo, quien ahora ha encarado ya el inevitable paso siguiente del relevo natural y tranquilo a manos de María, Tomás, Fernando y Teresa, los nuevos ganaderos que ya se van forjando al fuego lento del contacto y de la experiencia de vida con el campo y con el toro. Vigilante, Rafael, el mayoral, otro convencido de la filosofía que es pura tradición en estas lides. Tradición. Una palabra que el ganadero prende de sus labios desde el saludo mismo a los visitantes a las puertas de la finca. Y allí mismo, antes de entrar para saber bien lo que se va a ver desde el momento mismo en que se entre, fluyen las primeras lecciones de lo que es Prieto de la Cal. El nacimiento del encaste, el valor de su presencia y permanencia en manos de su familia desde hace décadas, la filosofía de trabajo y de vida, el cómo fueron las cosas antes, el cómo son ahora, el por qué, la finca, la tierra con sus características, el toro, el animal con su misterio, su forma de ser, su morfología, ese tesoro cromático en forma de pelajes.... Un trozo muy importante de la historia de la Tauromaquia resumido con la sabiduría de alguien a quien esa historia le corre por las venas. Ya allí, antes de empezar la visita, llegaron las primeras preguntas de los componentes del Aula Joven. Había ganas por desvelar tanto como esperaba dentro.

 

Después el recorrido por cada uno de los rincones de la finca. Aquí todos los espacios son grandes. El toro lo marca todo. Primero es él y después, si cabe, todo lo demás. Incluso la economía. En el amplísimo cercado de las vacas de vientre, 180 en total, algunas con sus becerros recién nacidos, llega la primera gran experiencia de la mañana. A lo lejos, los vaqueros se vienen trayendo al último en nacer. Un becerrito negro zaíno de apenas horas al que su madre, tras parirlo y amamantarlo conveniéntemente, ha puesto al resguardo del celo de las otras vacas. Hallado, los vaqueros lo recogen y le hacen la señal de oreja, esa primera seña de identidad que ya dirá para siempre que es un Prieto de la Cal. Enfadado, el becerrito acomete con celo al caballo de quien aquello le ha hecho. Apenas se sostiene en pie, pero lo hace para acometer y defender su casta. Con tino, temple, paciencia y dulzura, los vaqueros le abren la senda tras la que le espera su madre. A su cobijo se pega y ya es uno más. El ciclo de la vida ha vuelto a comenzar en tierras de Niebla.

 

Si algo llama la atención a los expedicionarios del Aula Joven desde el primer momento es la preponderancia del pelo jabonero con sus muy diversos matices, desde el melocotón hasta el albahío. "Es un tipo de pelo que está en la esencia de la ganadería, en su sangre. Nunca hemos trabajado en ninguna línea concreta para preservarlo o fomentarlo, simplemente está. Y, según la camada, se da en mayor o menor medida. A simple vista está que, hoy por hoy, sigue siendo el pelo dominante de nuestra casa", explica Tomás Prieto de la Cal. El ganadero onubense acompaña y guía en todo momento a caballo escoltado por su mayoral, Rafael, dos de sus hijos, María y Tomás, y por el matador de toros onubense José Doblado. "Pepe es un hombre de la casa. Su abuelo fue el primer mayoral que tuvimos, incluso ya cuando la ganadería estaba en Medina Sidonia, antes de llegar a Huelva. Conoce muy bien la esencia de Prieto de la Cal y es un espléndido caballista y un enamorado del campo, por eso pasa mucho tiempo aquí en La Ruiza. Además, cuando tiene algún compromiso próximo, éste es su cuartel general. Para nosotros, Pepe Doblado es como un hijo más", explica Tomás.

 

 

Entrando de lleno en los constantes cambios de paisaje y de entorno que brinda La Ruiza, esa circunstancia que propicia la cercanía del río Tinto y de su marisma, los componentes del Aula Joven de la Merced contemplan los sementales de la ganadería, la veintena de toros que formarán las dos corridas que se lidien esta próxima temporada, probablemente y como casi siempre en los últimos años, en plazas de Francia, las cuatro o cinco novilladas (entre ellas, una para Madrid) que aguardan destino, los machos que acaban de ser tentados en los últimos días a la búsqueda de nuevos sementales, el asombro al pasar ante el cortijo y los dos siglos y medio que le alumbran, las respuestas a tantas preguntas... Y así una delicia de mañana que termina donde empezó, otra vez vuelta al origen, al principio, a la esencia, como todo en esta casa ganadera. Un viaje que no hace sino reforzar lo que al empezar era una sensación: en La Ruiza, el tiempo se ha detenido por voluntad del hombre. 

 

Antes de la despedida, el Aula Joven de la Merced entregó un sencillo recuerdo a la familia Prieto de la Cal. Tomás padre deja que lo recoja Tomás hijo. Otro guiño al curso natural de la vida... Al ganadero se le nota seguro y convencido de que la simiente de Veragua vuelve a arraigar sólida en el futuro de la saga. Y camino de vuelta, la sensación entre los jóvenes aficionados es que mereció la pena ir a estas tierras tan a mano y tan distintas y comprobar que Huelva en sí es un privilegio por ser madre de algunas de las ganaderías de bravo más emblemáticas de éste y de tantos tiempos. Ese mismo que, camino de cualquier otra parte, se quedo a vivir ya para siempre en La Ruiza. 

@toroslamerced
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